¿Quienes somos?


Somos una Asociación Civil sin fines de lucro que promueve relaciones equitativas entre los géneros, integrada por profesionistas provenientes de diversas disciplinas: psicología, trabajo social, sexualidad y derecho; expertas/os en relaciones violentas y codependientes, violación, sexualidad y género.

Pretende colaborar en la de-construcción de los esquemas sociales de convivencia que alientan relaciones inequitativas entre los géneros, mediante la prevención, atención y modificación de patrones culturales que originan violencia.



CONFERENCIAS, CURSOS, TALLERES, CAPACITACION EN:

Violencia, Sexualidad, Género, Abuso sexual.

TERAPIA de pareja, individual y grupal.

Procesos de duelo

ATENCIÓN A NIÑAS(OS) CON PROBLEMAS CONDUCTUALES

ESTUDIOS VOCACIONALES Y PERITAJES PSICOLOGICOS



miércoles, 14 de febrero de 2007

¿COMO SE VIVE UNA VIOLACIÓN?

Magda E. Baca Marin

“La vida no vuelve a ser la misma, el miedo es tu compañero, se ausenta por pequeños periodos haciendo pensar que todo acabo y que no paso nada, pero reaparece en medio de una cena y se torna en llanto en vacío, en un momento de quiebre en el cual sientes ya no poder más, te sientes tan de débil y desprotegida, te asusta incluso tu respiración, por más racional que intentes ser no puedes comprender porque te sucedió, rezas por que ya termine, suplicas por que ya no quieres tener la sensación de de angustia. Recuerdas el momento exacto en el que todo sucedió, es tan grande la desesperación, la impotencia, quisieras morirte antes de seguir experimentando semejante cosa, a la larga te das cuenta que una parte de ti murió cuando esa mano golpeo tu cara, al observar las marcas que dejo el abuso, el odio y dolor crecen e inevitablemente la vergüenza y la culpa te acompañan…”

La violencia sexual es uno de los problemas de salud más graves a nivel mundial y se reconoce en la definición de violencia contra la mujer de Naciones Unidas como: “todo acto de violencia de género que resulte en, o pueda resultar en daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico de la mujer, incluyendo la amenaza de dichos actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada”

El daño emocional, siempre es grave ya que su relación con el mundo, consigo misma, con su cuerpo, con su sexualidad y con los demás, quedará desde ahora marcado por lo siniestro, entendiendo por siniestro aquello en que algo familiar y conocido se torna repentinamente en algo desconocido, diferente y terrible.

Las mujeres víctimas de violación expresan profunda devaluación de si mismas a raíz del evento. La tristeza, la depresión y la brutal destrucción de autoestima se manifiestan en síntomas que abarcan desde una fuerte tendencia al aislamiento, abandono de practicas sociales, nerviosismo, insomnio, pérdida importante de peso, dificultades para relacionarse aún dentro del ámbito familiar, irritabilidad, agresividad, hasta ideaciones suicidas.

Las culpas aparecen en buena medida por la idea errónea de haber podido hacer algo para evitarlo o haber hecho algo que lo provoco, muchas de las victimas comienzan a pensar en que si no hubieran pasado ese día por ese lugar, nada de eso habría sucedido.

Abra síntomas que se prolonguen a lo largo de los años en casos de no ser atendidos adecuadamente, es importante señalar que la recuperación después de un evento de este tipo varia de acuerdo a la personalidad y apoyo recibido por el medio que rodea a la víctima, en ningún caso es conveniente mostrar enojo cuando un víctima decide contarlo a sus familiares o amigos, lo más adecuado es tratar de escuchar y si ella lo permite abrazarla, no abrumarla con interrogatorios sobre todo si estos incluyen frases como el “por que”, este puede sonar condenatorio.



sábado, 27 de enero de 2007

Ya no más



Por Velvet Romero García


Desperté ese día muy temprano, como siempre en el suelo, hacía poco más de un mes que ya no compartíamos la cama, y yo tenía que dormir allí, entre chamarras y ropa para calentarme un poco. Un día de repente me dijiste que no te dejaba dormir y me mandaste al suelo y allí me quedaba dormida entre lágrimas y reproches tuyos.

Ya ni recuerdo cuando empezó todo, pero puedo decir que desde antes que viviéramos juntos ya eras así. Nunca me gritaste, mucho menos me pegaste, pero no hacía falta, no se necesita subir la voz para lastimar a alguien. Recuerdo con claridad tu primer arranque de celos: estábamos en tu casa y llegó uno de tus hermanos, en ese entonces no lo conocía y pregunté quién era, sonreí al saludarlo y eso bastó para que dejaras de hablarme, cuando te decidiste a decirme el por qué de tu enojo, sólo me contestaste… tu sabes por qué, tu sabes lo que hiciste.

Tus respuestas fueron siempre así, vagas, lo único que conseguían era hacerme pensar en qué pude haberme equivocado para hacerte enojar de ese modo, en realidad era lo que tu querías, que tuviera algo de qué culpabilizarme para permitir todo lo que vendría después.

El viaje

Me fui de la ciudad para irme a estudiar a otro lado, y tu, que en ese momento estabas desempleado, me seguiste, me prometiste que ibas a cambiar, que tus celos no iban a dejar que nuestra relación se fracturara y como siempre, creí en ti. Tuve que mandarte para tu pasaje porque no tenías, y el primer día que llegaste, revisaste todo el departamento para ver si encontrabas algo “sospechoso”, había una cama extra por si mi madre decidía visitarme y estaba cubierta por una colcha que me prestó la dueña del lugar, una señora rubia que cometió la imprudencia de dejar dos cabellos en la cobija, era el primer día, el primero y me hiciste llorar.

Un par de días antes de mi cumpleaños número 25 te llevé a conocer el centro de la ciudad, fue un día difícil, peleamos como siempre porque querías que te comprara un abrigo caro para tu cumpleaños que estaba próximo también y que no quise porque era lo único que me quedaba para pagar las cuentas del mes; regresamos en un camión atestado de gente, de repente, pediste la parada y te bajaste, yo pensé que ya habíamos llegado y bajé detrás tuyo y cuando me percaté de que no era ese el lugar, pregunté qué había pasado, si te habías confundido; me miraste como nunca lo habías hecho, con ojos de rabia y me respondiste: ¡yo no quiero andar con una puta como tu!; no sabía lo que había pasado, sólo pude ponerme a llorar y te grité que te fueras, que te regresaras, pero no, ni aún así te fuiste, dijiste que me perdonabas el que yo dejara que la gente me “manoseara”, que eso me encantaba, pero que me querías así, con todo y ese defecto.


¡Vete!

A partir de allí te pedí que te fueras, todos los días, t-o-d-o-s; yo pagaba las cuentas, el departamento, tu comida, hasta tus salidas a “buscar trabajo”, que terminaban en visitas a lugares turísticos de la ciudad. No había que comer, cómo le iba a decir a mis padres que estaba manteniéndote con su dinero, jamás. No tenía amigas porque tu te encargaste de aislarme, no podía salir sin ti: ibas por mi a la escuela, ibas conmigo al super, a hacer los pagos, mi familia estaba a muchas horas de aquí y yo sólo te tenía a ti para lastimarme.

Empecé a hacer cosas extrañas, un día gritando yo -porque hasta eso, tu no te molestabas ni en levantar la voz y por eso decías que yo era la histérica-, te decía que por qué me botabas la mano cuando te la daba al caminar por la calle: “para que vayas a tu antojo, viendo a quien quieras”-dijiste y como siempre, me puse a llorar y sentí unas ganas enormes de pegarte, pero quién recibió mi golpe fue un árbol y sólo conseguí sangrar y astillarme la mano.


La última

Aquel día tu te habías ido con tus nuevos amigos al campo, yo había aprovechado para ir con mis compañeros de clase a una fiesta, recuerdo que estaba bailando cuando tocaron el timbre, alguien salió a abrir y eras tu, me habías encontrado. Entraste y pasaste junto a mi sin saludarme, sonriendo a todos mis amigos, siempre eras tan amable con todos que nadie me creyó cuando alguna vez llegué a contar lo que me hacías, me ignoraste toda la noche pero yo ya sabía qué iba a pasar al regresar a la casa.

Era tarde cuando llegamos y empezaste a reclamarme cosas: que me había ido “sola y sin tu permiso”, que estaba bailando provocativamente con quién sabe quién, que no tenía que sonreírle a nadie, la manera en cómo iba vestida, y yo sólo atinaba a llorar; sorprendida empezaste a gritarme, me fui de la recámara, me seguiste, y seguías gritando, diciéndome cosas y yo solo quería que terminara todo esto, tomé un cuchillo y sin pensarlo dos veces me corté la mano y un chorro de sangre empezó a brotar, te acercaste para ver qué sucedía y en ese mismo instante, el cuchillo te perforó el corazón.

No puedo decir cuánto tiempo estuve tirada junto a ti, sangrando de una mano y viéndote sangrar del agujero de tu pecho, ni se cómo es que llegó la policía, mucho menos quién la llamó, lo único que sentía era un enorme alivio, ¿arrepentida?, no puedo decir que estoy arrepentida, mi responsabilidad se limita a que no pude detener el maltrato a tiempo, pero ¿cuándo era tiempo de detenerte si todo era tan sutil, tan rápido, que nunca me di cuenta cuándo estaba ya metida en este círculo?. No, tu nunca debiste haberme tratado así.

Tengo 10 años de sentencia, por haber intentado matarte, con suerte puedan bajarme unos cuántos, pero no, prefiero estar encerrada, que vivir de nuevo contigo.

De lloronas y brujas

Velvet Romero García

“…Y ahora sí maldita bruja Ya te chupastes a mi hijo (…)
Y ahora le vas a chupar Y a tu marido el ombligo…”
La Bruja.
Canción Mexicana de Dominio Popular

Canciones y leyendas que invaden el imaginario. Reflejo de una realidad, deseo de sujeción y de preservación de un orden. Auguran los sucesos por venir en caso de transgredir las reglas. Simbólica que deambula entre los rincones, tratándo de ser eterna, inmutable. Representaciones que circulan proponiéndo una visión –-masculina— y por ende parcial de la realidad.

La leyenda de la Llorona data de la época colonial, no es una historia exclusiva de México, se puede constatar su presencia en toda Latinoamérica, con sus respectivas variaciones geográficas, teniendo como protagonista la presencia espectral de una mujer que produce temor con sus gemidos. En México, se pueden rastrear algunos vestigios de la época prehispánica, que hacen referencia a las representaciones de las diosas madres.

Son numerosas las explicaciones que causan su dolor. Algunas versiones[1] cuentan que se trataba de una mujer de sociedad, muy bella, que se casó con un hombre mayor, que la quería y la consentía pero que no tenía fortuna, a pesar de ello, trabajaba incansablemente para darle lujos y cumplir sus caprichos, mientras ella, dilapidaba todo el dinero.

Tuvo cuatro hijos(as), que fueron criados(as) por la servidumbre. Un día, el marido enfermó gravemente y murió, dejándo a la viuda desamparada. Ante esta situación, la mujer vendió muebles y alhajas, hasta que, finalmente, resolvió matar a sus hijos(as), ahogándolos en las aguas caudalosas de un río cercano. La mujer no pudo con los remordimientos y regresó al lugar del crimen, lanzándose ella también al río. A partir de entonces, se escucha por las noches la voz de una mujer que grita: ¡ay mis hijos!, se trata de la Llorona, que busca desesperadamente a los niños(as), que ella misma ahogó.

La mujer filicida
La Llorona, sea en la versión que sea, es ante todo madre, es el “espíritu de una mujer condenada a errar por el mundo, porque renegó la maternidad, deshaciéndose del fruto de su vientre, por temor al que dirán”[2]. Se trata de una mujer filicida.
El filicidio, como una modalidad de homicidio, designa la “muerte del propio hijo por mano del padre o de la madre”[3]. Se distingue del infanticidio porque éste consiste en dar muerte a un ser humano dentro de las primeras 72 horas después de su nacimiento y puede ser provocada por cualquier persona, no sólo por los padres; y del aborto, cuando el embarazo es interrumpido antes de parir.

La Llorona era un mujer frívola y banal, egocéntrica, preocupada por sí misma. Era una mala esposa: hacía trabajar “incansablemente” a su marido para cumplir con sus caprichos. Quizás su indiferencia y el exceso de trabajo para complacerla produjo también su muerte, pero la Llorona es ante todo, una mala madre: no se ocupó del cuidado de sus hijos y prefirió matarlos.

La Llorona está condenada a penar todas las noches, su crímen no tiene posibilidades de reparación, no hay forma de que pueda descansar en paz. Su culpa, será la marca que la acompañará más allá de la muerte, como un castigo eterno. Aún después de su existencia, seguirá siendo una mala madre, una filicida.


La leyenda

Los mitos y las leyendas constituyen la base que sostiene ciertos saberes. La Llorona pone de manifiesto una realidad cotidiana: el filicidio y también anuncia el castigo que recibirán las mujeres que lo lleven a cabo: locura, repudio social y pena eterna.

En un estudio realizado por Azaola (1996)[4] en 1994, sobre hombres y mujeres que cometieron homicidio en la Ciudad de México, menciona que, a diferencia de lo hombres, las mujeres en su gran mayoría, dan muerte a un familiar (76 por ciento de los casos). Como es sabido, la vida de las mujeres transcurre en el mundo privado, su vida gira en torno a lo doméstico, sus relaciones interpersonales se reducen a sus hijos(as), padres, cónyuge y parientes cercanos que en ocasiones viven dentro del núcleo familiar. Por lo tanto, no es de sorprender que en este ámbito, la mujer dirija primordialmente su agresividad.

Esta visión de lo familiar conduce sin lugar a dudas hacia una paradoja. La familia puede proteger, pero también puede herir. La concepción clásica de familia, la describe como un lugar natural para crecer y recibir auxilio. Pero, como se ha denunciado recientemente, es precisamente por esta percepción de seguridad y confianza que se crea entre sus miembros, que puede representar también un mayor peligro.

“Todas las madres son la bruja del cuento y el hada madrina”[5], son las que proveen los cuidados, las que cubren las necesidades de sus hijos(as), pero, al mismo tiempo, castigan y disciplinan.

El filicidio no es un fenómeno reciente, ya desde el mito griego de Edipo Rey, se puede apreciar las tendencias agresivas de los padres hacia sus hijos; la Llorona, también forma parte del grupo de madres filicidas.

Entre los siglos XVI al XIX, el abandono de los niños(as) era una práctica común, se solía derivar la crianza a nanas y nodrizas, a mediados del siglo XIX, se comienza a denunciar el descuido de los hijos(as). Sin embargo, las opiniones no tendieron hacia una crianza compartida, sino que, se le dio a la mujer la responsabilidad de velar por la (buena) supervivencia de sus descendientes. Así fue, como la mujer del siglo XX, aparecería ante todo como madre, girando su existencia en torno a su función reproductiva.

Algunos autores argumentan que el maltrato, la negligencia, la mutilación, e incluso la guerra, pueden considerarse como casos atenuados de filicidio; éstas formas se han vuelto casi imperceptibles por la sociedad, lo que permite vislumbrar que las tendencias agresivas de los padres hacia los hijos(as) son conductas cotidianas y no casos aislados.

La ideología dominante no reconoce la agresividad parental, mucho menos la materna. Las ideas estereotipadas del ser mujer, impiden reconocer estas tendencias. Las mujeres son socializadas para evitar demostrar su agresividad, además, se considera que las mujeres “desean” ser madres, para ello fueron educadas. México es un país que valora a la madre por sobre todas las cosas, por consecuencia, se espera que una mujer sea, tarde o temprano, madre. No es bien visto no querer serlo. La maternidad para muchas mujeres, representa una experiencia impuesta por la cultura. Los costos de una maternidad obligada son altos: altas tasas de maltrato infantil, “accidentes caseros” que pasan inadvertidos y, en ocasiones el filicidio.

Entonces, ¿puede ser visto el filicidio como una forma radical de rechazo ante una maternidad socialmente impuesta? Tal vez sea una manera inconsciente de revelarse contra ese destino que en ocasiones parece inexorable y que encierra a la mujer a vivir del lado de la naturaleza.

Tarea difícil para las mujeres: ser madres sin desearlo, una cultura que hace creer que su existencia gira entorno a la reproducción, que el sentido de su vida está condicionado a la existencia de otro, para finalmente convencerse a sí misma de que el “instinto” maternal es natural y no una construcción social.


[1] Para efectos de este artículo, se tomará la versión ofrecida por Gobierno del Estado de Aguascalientes. Disponible en: www.aguascalientes.gob.mx/Historia/Leyendas/Llorona.aspx
[2] Palma, Milagros (1992). La mujer es puro cuento. Simbólica mítico-religiosa de la feminidad aborígen y mestiza. Quito: Abya-yala p. 71
[3] Fiascaro, María Mercedes. El filicidio: un hecho de violencia contra la niñez. Disponible en: www.psicologiajuridica.org/psj77.html
[4] Azaola, Elena (1996) El delito de ser mujer. Hombres y mujeres homicidas en la Ciudad de México: historias de vida. México: CIESAS y Plaza y Janés.

[5] Lagarde, Marcela (1992) Identidad de género. Cuadernos de Trabajo. Curso ofrecido en el Centro Juvenil “Olof Palme”. Managua, Nicaragua.

martes, 23 de enero de 2007

Servicios


¿Quienes somos?

Somos una Asociación Civil sin fines de lucro que promueve relaciones equitativas entre los géneros, integrada por profesionistas provenientes de diversas disciplinas: psicología, trabajo social, sociología y derecho; expertas/os en relaciones violentas y codependientes, violación, sexualidad y género.

Misión

Nuestra asociación pretende colaborar en la de-construcción de los esquemas sociales de convivencia que alientan relaciones inequitativas entre los géneros, mediante la prevención, atención y modificación de patrones culturales que originan violencia.

Servicios

Contamos con los siguientes servicios: terapia individual, de pareja y grupal, dirigida a niñas(os), adultas(os) y jóvenes; estudios de personalidad, aplicados al ámbito laboral, escolar y jurídico; peritajes psicológicos; cursos sobre prevención de abuso sexual infantil, psicometría, violencia y género, sexualidad y género, etc.; consultoría y revisión de casos a profesionistas interesadas(os) en el tema de violencia, sexualidad y género.

Nuestros servicios están dirigidos a un amplio sector de la población: adultas(os) y niñas(os), provenientes de cualquier estrato social. Atendemos a instituciones públicas y privadas de educación básica, media y superior; dependencias del sector público (ayuntamientos, instituciones de salud, etc.), así como toda persona y/o institución que los solicite.

Pláticas y conferencias

Las pláticas y conferencias son el punto de partida de la Asociación para informar a la población sobre temas como la sexualidad, violencia, derechos humanos, equidad de género, resolución noviolenta de conflictos, autoestima, etc.; en dos horas se aborda el tema de manera general.

Talleres

Permiten sensibilizar a la población, mediante el uso de técnicas vivenciales sobre la importancia que tienen estos temas en la vida cotidiana de los participantes. Son de carácter psicoeducativo, es decir, se brinda una nueva perspectiva e interpretación sobre problemáticas relacionadas con la violencia. Los talleres están divididos de manera general por grupo etario y tendrán una duración mínima de 5 horas y máxima de 12.